En nuestro imaginario occidental, cuando pensamos en pintura tradicional china en general, lo que nos viene a la mente son escenas de sus icónicas pinturas de paisajes. Esta tradición pictórica, cuyo desarrollo comienza desde el siglo V previo a la dinastía Sui, alcanza cumbres durante la dinastía Song (s. X-XIII) y ha acompañado transversalmente a la historia de las artes chinas durante las siguientes dinastías llegando a la actualidad. Aún hoy jóvenes aprendices ensayan una y otra vez inspirados por los maestros antiguos e intentando captar la esencia de maravillosos parajes, de modo que afortunadamente podemos encontrar sus obras en mercados de pintores y ofrecerlos en nuestra tienda de decoración de Sevilla.
Desde tiempos antiguos los chinos han observado la naturaleza con veneración. Piensan que el paisaje está habitado por varios espíritus divinos, y tanto las altas montañas como los largos ríos contienen infinitas maravillas del cosmos. Las montañas son consideradas sitios sagrados al creerse la morada de seres inmortales y por su proximidad a los cielos.
Este interés filosófico en la naturaleza contribuyó al desarrollo de la corriente paisajística, ejerciendo gran influencia en ella el simbolismo del taoísmo con el énfasis en cuan pequeña es la presencia humana en la vastedad del cosmos.
Así, la pintura Shan Shui (montaña-agua), con carácter simbólico y minimalista, toma como tema central las montañas y ríos. Apenas dos elementos bastan para describir la mayoría de escenas. La grandiosidad y majestuosidad de las montañas contrasta con la fluidez de cascadas y lagos. A menudo una zona neblinosa entre el primer plano y las montañas incrementa la sensación de grandiosidad y distancia contribuyendo a realzar un ambiente de cierto misterio.
Estas representaciones no siempre pretenden reflejar la belleza de un paisaje sino recrear una atmósfera emocional. Los artistas con gran destreza describen sentimientos evocados por los paisajes, de ahí que formasen una concepción única del paisaje a menudo con composiciones naturales y sencillas como las que ofrecemos en nuestra tienda de decoración de Sevilla.
Los paisajes tradicionales contienen los siguientes elementos, rodeados por todo un mundo de curiosidades:
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Rocas: Tienen tres caras según los principios taoistas. Pueden ser romas ofreciendo sensación más placentera, o puntiagudas sugiriendo sensación de peligro. Las pinceladas empleadas para representarlas reciben nombres fascinantes (venas de loto, cáñamo enredado, cortes de hacha…).
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Cascadas y ríos: Suelen aparecer insinuados, sin detalle. Estáticos o no, a veces se intuyen por la sensación de movimiento de otros elementos o pueden perderse entre la neblina.
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Árboles: Aparecen en primer plano o en la distancia, con cuatro ramas principales, en grupo arropándose unos a otros. Los sauces uno de los favoritos pues la caída de sus ramas evoca calma y serenidad.
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Personas: Demuestran la insignificancia del hombre frente a la impresionante belleza de la naturaleza.
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Edificios: A veces se incluyen casas o pabellones integrados entre los árboles.
Por último destacar que de estos paisajes se suelen pintar en diferentes perspectivas ( alta, profunda y a nivel), y se rigen por normas diferentes a las occidentales. Las pinturas chinas tienen varios puntos y la perspectiva cambia a medida que los ojos del observador se mueven por la escena. Así, equilibrando lo lejano y cercano, lo alto y lo bajo, el artista crea un magnífico paisaje con grandes montañas, largos ríos y valles profundos creando una apariencia tridimensional.